La historia de la deficiencia de vitamina D comienza en Europa, a partir del 1800, cuando se asoció al raquitismo, una enfermedad propia de los niños, en donde los huesos crecen frágiles y se deforman.
En esa época se descubrió que el aceite de hígado de bacalao y la exposición a la luz solar podían curar a los pequeños, fortaleciendo sus huesos y mejorando sus defensas.
Luego la ciencia avanzó e identificó a la vitamina D como responsable de esta cura, por lo que en Europa se suplementaron todos los lácteos con vitamina D.
Así se erradicó en los niños el raquitismo y en los adultos la osteomalacia, que siendo la misma enfermedad, es mucho menos conocida. Sus síntomas más frecuentes son dolor óseo y una mayor susceptibilidad a fracturas.
Asociado a lo anterior, y como beneficio adicional, se logró una mejoría en las defensas para las distintas infecciones que circulaban, logrando con ello que las personas aumentaran su esperanza de vida.
Actualmente ya se sabe con certeza que la vitamina D es fundamental.
Es un micronutriente que es tanto una hormona como una vitamina, ya que participa de muchas actividades en nuestro cuerpo. Una de tantas es que regula la expresión de más de 200 de nuestros genes, que dan diferentes órdenes en nuestro cuerpo, tanto para defensa como para fortalecernos, por lo que si la vitamina D está presente en niveles adecuados, puede darnos nuestra mejor versión.
Actualmente se sabe con certeza que la vitamina D es FUNDAMENTAL
Imagínate que vienes programada desde el nacimiento, genéticamente, para tener una hermosa y frondosa cabellera, llena de rizos, pero esa información se encuentra con que tus niveles de vitamina D son insuficientes. Qué sucede?
Los genes que tienen que dar esa orden, para un pelo hermoso, se quedan de cierta forma «dormidos», ya que no hay suficiente vitamina D que los active. El resultado es que tienes muy poco pelo, quebradizo, con caspa, seco y sin brillo.
Y lo del pelo es un detalle, dentro de todo, si lo comparamos con que también tiene funciones de protegerte contra las infecciones, el cáncer, las enfermedades autoinmunes o mejorar la calidad de tus huesos.
Otro dato importante, es que si tienes obesidad, usas remedios anticonvulsivantes, tienes alguna enfermedad de mala absorción intestinal o estás operada de cirugía bariátrica, con seguridad vas a tener niveles bajos de vitamina D, que debes suplementar.
RELACIONADOS
Luz LED roja: la revolución que tu piel estaba esperando
Mis recomendaciones en cirugía plástica y medicina estética para el 2025
¿Son los ultraprocesados los nuevos cigarrillos? El juicio que podría cambiar la industria alimentaria
Entonces hay mucho que hacer para optimizar los factores que van a lograr una mejor versión de ti.
Lo primero es una dieta balanceada, idealmente mediterránea, que es la más equilibrada y tiene resultados exitosos demostrados a largo plazo. Así lo reconoció incluso la Unesco, que la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Dicho muy en general, ya que veremos este tema en otro artículo, está basada en usar aceite de oliva y consumir frecuentemente pescados, verduras frescas y frutos secos. Un link interesante que puedes revisar es www.dietamediterranea.com.
Cómo puedes seguir mejorando?
Debes ir al médico y empezar a ver juntos como están tus niveles de vitamina D a través de un examen de sangre.
Si está todo bien deberías tener sobre 45 ng/ml. Si no es así, y están por debajo de eso, podrá sugerirte una adecuada suplementación de acuerdo a los requerimientos diarios de un adulto, que son entre 800 y 1000 UI al día. Es posible que en ese momento requieras una dosis de shock para cargar tus reservas y recuperar niveles adecuados en forma más rápida.
Y no olvides que ésto hay que chequearlo de manera regular, cada 4 meses, ya que si pasas por períodos donde tienes más estrés, fumas, tienes episodios de alguna infección (intestinal, respiratoria, de la piel, COVID, etc) o cáncer, los niveles van a bajar porque van a tener más trabajo defendiéndote.
En ese caso sin duda necesitarás un apoyo extra de suplementación. Así ayudarás a que tu cuerpo se enferme menos o se recupere más rápido.
Cuidándote así, el envejecimiento se retrasa, vives más y mejor, te ves mejor.
Esa es la idea, cierto?