Mejora la toma de decisiones, aumenta la memoria y reduce la posibilidad de tener trastornos cognitivos y mentales: ya sea para cumplir un desafío personal o un requisito profesional, son diversos los beneficios que trae el aprender nuevos idiomas.
Manejar dos o más idiomas crea redes neuronales permanentes que fortalecen la actividad cerebral, lo cual podría retrasar en cinco años la llegada del Alzheimer. Así lo demostró un estudio reciente publicado en la revista científica Frontiers in Psychology.
Hay muchas maneras simples de entrenar el cerebro. Solo tienes que proponértelo
Dr. Eduardo Oyarse, cirujano plástico magister en antienvejecimiento
En la investigación se analizó a un grupo de 63 personas mayores de 60 años, quienes fueron sometidas a una evaluación que midió la rapidez mental. Los voluntarios tenían diferentes niveles de fluidez en al menos dos idiomas. Además se tomaron en consideración su estado civil, físico, nivel educacional, situación socioeconómica y frecuencia de actividades de ocio.
Test de Eriksen
Esa fue la prueba que se usó para determinar los resultados sobre la enfermedad degenerativa. Esta prueba está diseñada para evaluar el tiempo de reacción de los participantes en el desciframiento de patrones. Estas capacidades van disminuyendo con el transcurso de los años.
Los investigadores llevan a cabo una serie de ejercicios, tales como identificar la dirección de una flecha determinada en el centro de una línea conformada por otras flechas y formas.
Aquellos que llevaban hablando un segundo idioma durante más tiempo, y con más fluidez, tuvieron respuestas más veloces. La explicación estaría en el efecto de la capacidad del cerebro de reestructurarse y moldearse a partir de situaciones novedosas, como hablar una lengua distinta a la materna.
El médico especialista en antienvejecimiento Eduardo Oyarse comenta: “Cuando aprendemos un segundo idioma hay zonas que no se encontraban tan activas y son reclutadas para afrontar esta labor. Se establecen nuevos vínculos y asociaciones, lo que llamamos nuevas conexiones sinápticas”.
Dado que el Alzheimer es una enfermedad de tipo neurodegenerativa, preparar al cerebro sería de gran ayuda para evitar la llegada de ésta. Es allí donde cobra relevancia lo que se denomina reserva cognitiva. “La reserva cognitiva es la capacidad del cerebro para tolerar daño y que éste no se manifieste en sintomatología, es decir, la resistencia que tiene el cerebro para funcionar bien aunque haya daño celular”, explica Oyarse.
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El ejercicio de pensar en un idioma distinto aumenta la reserva más que cualquier otro método. Sin embargo, hay muchas maneras de las que se puede entrenar al cerebro y prepararse para afrontar, o evitar, cualquier tipo de trastorno cognitivo.
Se pueden realizar ejercicios físicos o mentales, tales como hacer crucigramas, sudokus o sopas de letras. Pero incluso cambiar los hábitos más rutinarios sirve como entrenamiento.
“Con esto lograremos sacar al cerebro del automatismo y lo transportaremos a una etapa más juvenil, cuando tenía que descubrir el mundo, desarrollando nuevas sinapsis”, explica el médico cirujano.
Algunos ejemplos que sirven para replicar son cepillarse los dientes con la mano menos hábil, cambiar el reloj de muñeca, abrocharse los zapatos con los ojos cerrados, cambiar de sitio los utensilios de cocina o cambiar la ruta habitual para ir al trabajo.
