El gluten, una proteína presente en el trigo, la cebada y el centeno, es clave en la estructura de muchos alimentos, especialmente en los productos horneados. Su función como agente aglutinante le da al pan esa textura y elasticidad que tanto valoramos. Sin embargo, para algunas personas, el gluten se convierte en un obstáculo para la salud. Las personas con enfermedad celíaca, una condición autoinmune, deben evitarlo por completo, transformando la alimentación en un ejercicio de estricta vigilancia.
Puedes no ser celíaco y tener sensibilidad al gluten. Hay distintos grados, no es solo blanco o negro.
En los últimos años, el gluten ha captado mayor atención debido a la “sensibilidad al gluten no celíaca”. En esta condición, algunas personas reportan síntomas como dolor abdominal, fatiga y cambios en el estado de ánimo al consumir gluten, aunque sin el daño intestinal propio de la celiaquía. Sin embargo, el problema no siempre es el gluten en sí, sino la cantidad excesiva presente en muchas harinas modernas. En países como Francia e Italia, se regula cuidadosamente el contenido de gluten en las harinas, preservando la calidad de los productos y el bienestar digestivo de quienes los consumen.
En muchos otros países, tal regulación no existe, y el uso de harinas con alto contenido de gluten es una práctica común. Esto ha llevado a que algunas personas desarrollen síntomas de intolerancia que antes eran poco frecuentes. Para quienes sospechan de una sensibilidad al gluten, el diagnóstico suele incluir eliminar temporalmente el gluten de la dieta para observar si hay mejoría. Sin embargo, tomar esta decisión sin una guía profesional puede llevar a una dieta desequilibrada y a una pérdida de nutrientes importantes.
Aquí, la intervención de un médico antienvejecimiento puede ser fundamental. Este profesional no solo ayuda a supervisar los cambios en la dieta, sino que también ofrece estrategias efectivas para cuidar el bienestar intestinal, como la incorporación de probióticos o la elección de alimentos como el pan de masa madre, cuya doble fermentación facilita la digestión. También puede recomendar el consumo temporal de productos sin gluten, permitiendo al intestino recuperarse y desinflamarse.
Además, puede evaluar la necesidad de una suplementación personalizada. Esta práctica es especialmente importante cuando se eliminan ciertos alimentos, ya que ayuda a asegurar que el organismo reciba todos los nutrientes necesarios para su equilibrio. Una dieta sin gluten puede llevar a desequilibrios si no se ajusta correctamente, y solo un médico especialista en este tema puede guiarte para mantener la salud y el bienestar a largo plazo.
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Tomar decisiones sobre la dieta y el estilo de vida con asesoría especializada no solo protege de los efectos de una nutrición incompleta, sino que también contribuye a un envejecimiento saludable. La supervisión médica garantiza que cada ajuste se haga pensando en el bienestar integral y en prolongar la vitalidad del organismo a lo largo de los años.