«Conócete a ti mismo» es una frase de sabiduría de la antigua Grecia, que resulta fundamental para vivir bien, porque si no conoces tus capacidades físicas, sufrirás enfermedades y lesiones dolorosas (por ejemplo: intentarás correr o saltar más de lo que eres capaz, y caerás, o dañarás tus piernas). Pero es en la dimensión psicológica donde esta frase cobra mayor relevancia, pues tus emociones son el combustible que te permite actuar día a día e influyen en tu motivación para tomar decisiones, así como también afectan tus relaciones sociales y afectivas.
Las emociones son una reacción espontánea frente a todo lo que nos ocurre, desde la película que estamos viendo hasta un comentario que escuchamos en la radio. Y su tono, que puede ser positivo o negativo, dependerá de nuestra personalidad y nuestras experiencias pasadas. En otras palabras, dependerá de nuestra manera de ver el mundo.
Por ejemplo, si hemos aprendido a desconfiar de la gente debido a que sentimos que alguien nos ha engañado, nuestras emociones tenderán a ser negativas respecto a otras personas y sentiremos desconfianza, molestia o rabia, pero también nos iremos aislando de los demás, cayendo en soledad.
Hoy en día la psicología nos permite descubrir qué aspectos de tu mente pueden estar obstaculizando tus planes y corregirlos, para así ayudarte a alcanzar objetivos de salud, estética, laborales o familiares. Porque, al igual que ocurre con el cuerpo, si posees algún punto débil en tu personalidad, en algún momento saldrá a flote y te hará tropezar o te desanimará de seguir un proyecto que tú sabes que es importante para ti. Como, por ejemplo, la ansiedad que te impide seguir una dieta, o el pesimismo que te impide aprovechar una oportunidad.
En una consulta psicológica se conversa con el psicólogo sobre aquellos asuntos que te preocupan o que desearías que fueran diferente. A medida que el profesional te ayuda a entender tu situación actual, comenzarás a descubrir posibles soluciones. Como en el ejemplo anterior, si se desconfía de la gente por temor a ser engañado nuevamente, pero se sufre por soledad, resultará terapéutico comprender cómo y por qué se sufrió en el pasado. Así podrás prevenir que no vuelva a ocurrir, además de equilibrar las emociones asociadas, porque toda exageración sólo trae más desgracia.
Una vez que descubrimos la causa de nuestras dificultades, podemos encontrar maneras de corregir nuestras conductas y recuperar el control de nuestras vidas.