El botánico Carl von Linné lo llamó Theobroma, que significa alimento de los dioses.
Los hallazgos arqueológicos sitúan el uso del fruto del cacao alrededor del año 1.100 A.C. En aquella época se cree que se utilizaba para elaborar una bebida alcohólica a partir de la carne dulce del fruto, o sea, inicialmente su consumo era en forma líquida.
Esta bebida de cacao, mezclada con agua fría, recibía el nombre de Xocolatl (xoco = amargo, atl = agua). Era de textura mantecosa, de sabor amargo picante (debido a que se le agregaban múltiples hierbas), y contrario a lo que uno podría suponer, no se endulzaba.
Entre los mayas el cacao era muy apetecido debido a su alto costo y a la utilización, por parte de la nobleza, para rituales de guerreros. Los sacerdotes también lo usaban como ofrenda en actos religiosos y celebraciones.
El problema no es el chocolate, sino el azúcar
Los españoles, quienes lo llevaron a Europa, empezaron a mezclarlo con azúcar de caña, generando una masificación de su consumo. El chocolate se consideró desde ese entonces como un fortalecedor o tónico, de fácil digestión e incluso afrodisíaco. Hay que destacar que hasta bien avanzado el siglo XIX el chocolate se vendía en las farmacias como reconstituyente.
Así, con los años, empezó a ser parte de nuestra dieta. El problema fue que, al adicionarle azúcares, éstos comenzaron a generar los clásico problemas asociado a su consumo. Como sabemos, es el azúcar lo que genera la inflamación en nuestro cuerpo con las enfermedades y daños que ésto conlleva.
Por eso fue bastante criticado por la comunidad médica durante muchos años y se necesitaron otros tantos para que los médicos nos diéramos cuenta que el problema no era el chocolate, sino el azúcar.
Los chocolates amargos, cuya proporción de cacao superan el 70%, pueden considerarse alimentos protectores para el corazón por su composición de antioxidantes. Según datos de la American Heart Association, los pacientes postinfartados pueden reducir a la mitad el riesgo de un nuevo infarto tomando 2 cucharadas de cacao al día o 30 gramos de un chocolate amargo con alto contenido en cacao.
Dentro de sus beneficios podemos destacar además su acción diurética y un rol preventivo en enfermedades relacionadas con la inflamación, como son afecciones cardiovasculares, aterosclerosis, cánceres y enfermedades neurodegenerativas, además de una actividad antiagregante plaquetaria preventiva de la aparición de trombos.
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Así, gracias a la evidencia científica disponible desde el año 2003, podemos recomendar el consumo moderado de cacao. Éste debe ser siempre sobre el 70%, ya que es muy rico en antioxidantes, superando incluso al té verde y al vino tinto. Además posee un alto contenido en vitamina C, fibra y serotonina, lo que lo convierte en un excelente aliado para prevenir enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares, cáncer hepático, gástrico y de colon.
Entonces, puedes comer chocolate? Sí puedes. Debes elegir uno con al menos 70% de cacao y, sobretodo, sin azúcar añadida. Respecto de la cantidad, hasta 30 grs al día es lo recomendable.
En relación al horario, lo ideal es que sea en la tarde, entre las 14 hrs y las 19 hrs, ya que en ese horario tu cuerpo lo usará para fabricar hormonas de la felicidad (serotonina) y será aún más útil y placentero.