La historia comienza hace muchos años, tiempos inmemoriales podríamos decir, cuando el cavernícola se despertaba en la mañana y salía cazar o recolectar su comida. Pero hoy, siglo XXI, la situación es muy diferente. Aunque genéticamente no somos tan distintos al hombre de las cavernas, hoy ya no salimos a cazar en ayunas. Nos limitamos a ducharnos, vestirnos y abrir el refrigerador para escoger que queremos comer.
Este cambio, por si solo, aunque pudiera parecer insignificante y hasta placentero, contribuye fuertemente, junto al paso del tiempo, al aumento nunca antes visto de enfermedades metabólicas, degenerativas y oncológicas.
Ahora te contaré el por qué.
Nuestro cuerpo necesita energía para realizar todas las actividades del día. Para ello requiere disponer de glucosa (un azúcar), que puede ser obtenida de dos formas.
- La forma beneficiosa, en que mediante procesos metabólicos nuestras células la producen a partir de las grasas, proteínas y vegetales que comemos. Este camino nos permite funcionar de forma armónica, como un reloj suizo, sin acumular desechos ni grasas indeseables. La base de todo está en que este combustible es PRODUCIDO POR NUESTRO PROPIO CUERPO. Hasta ahí, todo bien.
- La forma perjudicial: el problema se genera si comemos directamente el combustible (azúcares) producidos de manera artificial (no sintetizados por nuestro cuerpo). Por decirlo en simple, nuestros engranajes se apagan, ya que no tienen que producir nada. El resultado es que todo el exceso de calorías se transforma en grasas y éstas se empieza a acumular bajo la piel, en las arterias, en el hígado, etc., generando condiciones para un estado inflamatorio de todo el organismo. Aquí nos encontramos con las consecuencias de esta forma de alimentación: trastornos digestivos, reflujo, distensión abdominal, constipación, diarrea, problemas tiroideos, hormonales, etc.
El secreto: el combustible que necesita nuestro cuerpo DEBE SER PRODUCIDO por nuestro propio cuerpo
Veamos un ejemplo práctico: cuando comes azúcar en exceso, que no es necesario procesar o metabolizar porque viene en forma directa a través de galletas, tortas, pasteles, pan, jugos de fruta, dulces, el cuerpo produce una hormona llamada insulina, que tiene por función almacenar los azúcares.
Como estamos tan bien diseñados, a más azúcar comes, más insulina produces. Ésto genera 2 cosas:
- El exceso de glucosa lleva a una verdadera “caramelización” de tu cuerpo, ya que esta azúcar extra empieza a unirse a tus células (tendones, articulaciones, músculos, vasos sanguíneos) por lo que poco a poco estarás más lento, más rígido, fatigado, embotado, con sueño, de mal humor, etc. En resumen, envejeciendo sin energía.
- El exceso de insulina, que trata de almacenar el exceso de azúcar existente, lleva a que aumenten tus niveles de colesterol, triglicéridos, generando hígado graso, hipertensión, además de una disminución de tus niveles normales de testosterona.
Ojo! Hombres y mujeres tenemos esta hormona, aunque en diferentes cantidades, ya que es fundamental en el mantenimiento y aumento de la masa muscular. Por lo tanto, si disminuye su cantidad pierdes músculos y no es porque estés envejeciendo!
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Entonces que podemos hacer?
Lo primero es dejar los azúcares dulces: pasteles, galletas, dulces, mermeladas, pan, etc. No conocemos a nadie delgado que se alimente todo el tiempo en base a tortas, cierto?
Significa ésto que no puedes comer nada? Nada más alejado de aquello. Debes alimentarte con buenos productos y comerlos de forma balanceada, tal como lo señala la dieta mediterránea.
Lo anterior resulta urgente si es que ya tienes algunos síntomas o si tus exámenes están alterados. Es bueno que siempre sea asesorado por un especialista para que no te dañes, ya que no se trata solo de suprimir comidas y caer en la desnutrición.
Te iremos contando en los siguientes artículos como ir mejorando y cambiando tus hábitos de manera gradual para estar sano y comer rico.
